Debo
confesar que me costó escribir esta vez, y otra confesión en mi haber es que no
estaba muy optimista con respecto al futuro del país, al menos no a corto
plazo. Cuando mi burbuja rosa tiene encuentros cercanos con la realidad, justo
en esos momentos me doy cuenta, que estamos graves y lo peor es que al parecer…
¡La mitad del país no se percata de ello!
Bueno
no sé si la mitad, una curiosidad muy personal es medir el nivel de popularidad
del extinto presidente ahora convertido en mito, porque ese sería un buen
indicador de la cantidad de votos que podría, y digo podría porque conozco
casos de seguidores del oficialismo que no simpatizan con el beneficiario del
partido rojo.
Pero
hoy me pasó algo extraño, ya saben como cuando vives algo que ya habías vivido;
mientras entrenaba con mis ligas después de correr, allí frente al TV viendo el
discurso del flaco, sentí que quizás sí pueda pasar, no voy a decir que vi una
luz, no sino que sentí que aunque las posibilidades son bajas (en este momento
detesté estudiar probabilidades el quinto semestre de mi carrera, porque los
números en estos casos no suelen ser los más alentadores) uno puede escoger la
actitud con la que asume estas elecciones, o las pasadas, o las anteriores a esas,
o las que vendrán… Creo que en mis menos de 30 años he votado más que cualquier
Sueco, Finlandés o Australiano de la tercera edad.
Yo
escojo ser positiva, esperar que si pase, pero estar también preparada para que
no ocurra un cambio, no como una medida pesimista sino como una forma de
sobrellevar esta situación, ya que como venezolana a la que le duele el país
que llama patria, me duele, y bastante tener cada día menos opciones de
empresas para trabajar, observar el aumento del precio del dólar y ver como
nuestro bolívar fuerte se hace chiquito, soñar con comprar una casa y ver como
cada día el sueño queda más lejos, sin contar con que las víctimas de la
inseguridad son cada vez más palpables, más cercanas y más reales.
Pero
como todo en este punto son suposiciones, y mis principios van en contra de
perder tiempo en eso, ya que me oriento más a los números, a las cantidades a
lo que llamo realidad dura; entonces sólo me queda esperar resultados; al menos
en este caso el plazo de campaña es bastante corto así que mi curiosidad durará
poco. Y ese día, el 15 de Abril de 2.013, espero levantarme de buen humor. Y si
esto no ocurre, entonces espero superar rápido mi despecho electoral y poner en
marcha algún plan alterno.
Nota de la autora: Estoy buscando soci@ para comenzar un
negocio de venta de piña colada y daiquirí de fresa en la playa, interesados
dejar un mensajito por acá.
Me
despido… Johanna Márquez, hoy no tengo ganas de ser ingeniero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario