domingo, 7 de abril de 2013

Liderazgo en jardines zen


Según Wikipedia: El liderazgo es el conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo, en el logro de metas y objetivos. Es el proceso en el cual influyen líderes sobre seguidores y viceversa, para lograr los objetivos de una organización a través del cambio.
También se entiende como la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo de trabajo. En la administración de empresas el liderazgo es el ejercicio de la actividad ejecutiva en un proyecto, de forma eficaz y eficiente, sea éste personal, gerencial o institucional (dentro del proceso administrativo de la organización).
Según el Diccionario de la Lengua Española (1986), es un intento de influencia interpersonal, dirigido través del proceso de comunicación, al logro de una o varias metas u objetivos.
¿Para mí? Capacidad de influenciar en el comportamiento de un grupo de individuos, para la consecución de un objetivo común. Y esta capacidad tiene un estilo “impreso”, el sello de quien influye; es decir, hay millones de estilos de liderazgo, tantos como líderes en el mundo. Y eso no quiere decir que alguno funcione y otro no, que uno esté bien y otro mal; si los resultados son alcanzados, es efectivo… Funciona.
Una vez hecha la definición de términos vamos al objeto de este artículo: ¿Por qué considero que el término está de moda en estos momentos? Porque la realidad venezolana demanda líderes efectivos, si, es cierto, no para “lavar el cerebro de la población” sino para orientarlos hacia aquello que nos hará crecer: desarrollo de un sistema económico sólido, diversificación de la actividad económica, políticas laborales justas, apoyo a la industria privada, descentralización de los poderes, gestiones transparentes.
Creo que la evidencia más dramática de esta demanda fue cuando en 1.999 se presentó la disyuntiva electoral, y la mayoría expresó su deseo de cambio, optando por un liderazgo carismático que ha polarizado completamente al país, no digo que esto haya estado mal (en ese momento parecía ser la solución a todos nuestros males) sino que pudo ser diferente; a mi parecer cuando se elige el presidente de un país debería elegirse a una persona capaz de gerenciar eficazmente la nación, que al final es como una gran empresa; así que para mí, en ese punto de inflexión se debió hacer una transferencia de poder a un nuevo liderazgo, abandonar a aquellos que besan niños y viejitas en las campañas y cambiarlo por un gerente que tome las decisiones no en forma empírica, sino apoyado en un equipo de especialistas en planificación estratégica que investiguen, midan, cuenten y evalúen.
Bueno ya no vamos a hablar más de lo que pudo ser y no fue; ¿qué podemos hacer para modificar los patrones negativos de conducta actualmente arraigados? Creo en la idea de combatir esto con un discurso estructurado con argumentos reales; las palmaditas en la espalda, los regalitos y bonos son un plus no del todo efectivos… ¿Y necesarios? ¡NO! Me parece totalmente innecesario otorgar regalos por algo que ya se recompensa con un sueldo, llamar a alguien colaborador cuando le corresponde hacer el trabajo para el cual está contratado, comportarse como un “panita” cuando la gente requiere supervisión y liderazgo. A la gente hay que darle información, argumentos, verdades, conocimiento, aprendizaje… No limosnas.
Y quiero expresar que no tengo nada en contra del liderazgo carismático, es sólo que definitivamente no todos estamos diseñados para ser ese tipo de persona, que hay gran cantidad de formas de influir en la gente, y no me parece lo correcto forzar a nadie a encajar en un patrón sólo porque está comprobado que funciona en estas latitudes, y además porque es lo que está en boga. Si creo en hacer más humano el trabajo, en el respeto a la persona y en adaptar los puestos de trabajo a la gente y no la gente a los puestos de trabajo (ergonomía) pero creo firmemente en el respeto a las normas y en el hecho de que los beneficios se ganan; que tus derechos terminan donde comienzan los de los demás, que podemos no pensar igual y sin embargo hacer un buen equipo, que la negociación es un arma poderosa si sabe utilizarse. Pero definitivamente creo que como país nos hace falta un cambio, una sacudida, pero desde arriba y que fluya aguas abajo; que un cambio efectivo debería manar desde la cúpula que concentra el poder. Mientras la sacudida llega yo seguiré trabajando en mi entorno y recomiendo que cada uno comience a trabajar desde su esquinita, es como que cada uno viva en un jardín zen y trabaje por hacerlo mejor cada día, al final cuando sumemos la arena de todos nuestros jardines habremos conseguido unos médanos espléndidos… O al menos mejor que antes, y eso ya es ganancia.
Soy el pescador de mi jardín zen, saludos.

Ing. Ind. Johanna Márquez

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